martes, 2 de diciembre de 2008

José Toro Hardy // Será Putin pero no es bolsín


¿Por qué pretende involucrarnos en un pleito que no es nuestro?


Vladimir Putin es quien controla a Rusia. Por casi una década fue presidente de esa nación; sin embargo, como no se atrevió a proponer una modificación de la Constitución de su país (por ahora) para incluir la reelección indefinida, optó por ceder su posición a Dmitri Medvédev, pero conservando el poder real con el cargo de Primer Ministro. Fue miembro de la KGB y después fue designado director del FSB (Servicio Federal de Seguridad), que sucedió a la tenebrosa policía política soviética.

En 1999 Boris Yeltsin lo nombra Primer Ministro, cargo desde el cual enfrentó a sangre y fuego a los islámicos en Chechenia. En 1999, tras la renuncia de Yeltsin, se convirtió en Presidente interino. En el 2002 fue elegido presidente de la Federación Rusa y en el 2004 fue reelegido para un segundo mandato.

Rusia es el segundo productor mundial de petróleo después de Arabia Saudita. Gracias a los inmensos ingresos que obtuvo entre el 2003 y hasta julio del 2008 por el aumento en los precios petroleros, Putin creyó que había llegado el momento de recuperar todo el poderío del antiguo Imperio Ruso.

Sueños imperiales

Pero ahora, la caída brutal que han experimentado los precios del petróleo desde mediados de julio, está despertando a Putin de sus sueños imperialistas. Rusia está inmersa en una indescriptible crisis económica. En lo que va del 2008 el índice RTS, que mide el valor de las acciones rusas, ha sido el de peor desempeño en el mundo entero.

El crash ha obligado a cerrar la bolsa por varios días, paralizando las operaciones en todos los mercados para intentar frenar el desplome. La "suma de todos los miedos", aupada por la intervención en Georgia, se ha apoderado de la economía rusa.

Las inversiones extranjeras, afectadas por la inseguridad jurídica, se están retirando del país. Las reservas en oro y divisas fuertes han caído en más de 40.000 millones de dólares en menos de dos meses. Para colmo el país está sumido en unos niveles de corrupción aterradores.

Ese es el escenario bajo el cual llegan a Venezuela los navíos rusos, encabezados por el crucero nuclear "Pedro El Grande". Algunos ven en ello una represalia de Putin contra EEUU por su apoyo a Georgia y por la firma del Tratado para la instalación del escudo antimisiles en Polonia. Si ese fuera el caso, habría que preguntarse en qué clase de lío nos estará metiendo el presidente Chávez al invitar a los rusos, ¿por qué pretende involucrarnos en un pleito que no es nuestro?


"Pedro el Grande" viene con un maletín cargado de catálogos para vendernos su ferretería y por esta vía tratar de ayudar a la destartalada economía de su país. Después de todo Venezuela se ha transformado en el principal comprador mundial de armamentos rusos.

Ya nos han vendido 24 aviones Sukhoi, 50 helicópteros militares, 100.000 rifles Kalashnikov, rifles Dragunov para francotiradores y muchos otros corotos de la parafernalia militar rusa por valor de unos 4.000 millones de dólares. ¿Para qué tantas armas?

Pero las ansias del zar de Sabaneta por armarse no tienen límites. Quiere también submarinos Varshavianka, lanchas patrulleras Mirage, buques de desembarco Murena-E, helicópteros de cubierta Karnov, sistemas portátiles de defensa antiaérea, tanques de guerra tipo BMP3, MPR y T2, etc. ¿Para qué querrá tantas armas?

Para colmo, quiere también comprar un reactor nuclear ruso, tan útil para los empobrecidos habitantes de nuestros barrios como el satélite chino que nos encasquetó. El hermano Putin está encantado con todas esas compras y, además, porque la generosidad criolla le está permitiendo entrar sin necesidad de licitación alguna en los negocios de Pdvsa y particularmente en el gas y la Faja.

Pero Venezuela se está hundiendo en una crisis peor que la que afecta a Rusia, por las mismas razones que ellos: porque somos extremadamente dependientes del precio del petróleo. Sería una irresponsabilidad histórica seguir adquiriendo armas. La caída del ingreso petrolero nos enfrenta a una crisis sin precedentes y el pueblo no perdonaría. Se equivoca nuestro zarzuelo tropical si cree que Putin viene a establecer una grandilocuente alianza para iniciar una nueva guerra fría y resucitar el socialismo.

Saben que el criollo ya agarró la bajadita y además Rusia ya no es socialista. Para colmo, la devastada economía rusa no le permite tales aventuras. Viene en realidad a ver qué nos pueden vender y además a revisar si estamos en capacidad de pagar. El mandatario ruso será Putin pero no bolsín.

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