domingo, 30 de agosto de 2009

Entrevista // Teodoro petkoff, director de Tal Cual


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"El discurso de Hugo Chávez y Evo Morales cayó en el vacío"
"Uribe no recibió la condena propuesta porque prevaleció el principio capital de la no injerencia y la soberanía nacional"

Petkoff vislumbra un pronto restablecimiento de relaciones entre Colombia y Ecuador, pero piensa que no ocurrirá lo mismo, por ahora, entre Chávez y Uribe (AFP)
Para Teodoro Petkoff el fortalecimiento de Unasur resulta uno de los puntos rescatables de la Cumbre de Bariloche.
A su juicio el encuentro sirvió para fortalecer a una organización, todavía en ciernes, que logró superar un obstáculo que ponía en peligro su unidad y su propia existencia:
"el hecho de que un tema tan espinoso, como el planteado (las bases militares en Colombia), se haya podido discutir en un ambiente relativamente tranquilo, indica que ese organismo subregional tiene porvenir y puede ser útil para que los países de Suramérica pro- cesen la infinidad de problemas que tienen pendientes y lo hagan públicamente, a pesar de que a Lula no le gustó esto último".
-¿No fue Uribe el triunfador de la cumbre tomando en cuenta que no se lograron los objetivos que perseguían presidentes como Chávez, cuyo objetivo era hacer aprobar una condena al acuerdo de Colombia y EEUU sobre las bases militares? -

En Bariloche privó la línea moderada. La idea era bajarle decibeles al tono de los discursos en una reunión que, como lo expresó Fernando Lugo, no tenía como objetivo sentar a nadie en el banquillo de los acusados. En ese sentido la resolución aprobada, que no condena a Colombia, significa que privó la orientación de atenerse a la soberanía de cada país.
Por eso las deliberaciones se ubicaron en el contexto de que cualquier discusión del asunto partía del reconocimiento del derecho de Colombia a celebrar los acuerdos que considerase necesarios. Pero también fue evidente que no resultan gratuitas las aprensiones de Venezuela, Ecuador y otros países sobre la presencia de personal militar norteamericano en bases colombianas.

-¿No resulta paradójico que mientras por un lado casi todos los presidentes se oponen a las bases, por el otro no condenen a Colombia? -

No, porque hay un principio capital en América Latina, que es la no injerencia en asuntos internos de otros países y ese principio salió fortalecido. Allí se reconoció explícitamente que cada país es dueño de su política externa y eso, en la reunión anterior de Unasur, quedó establecido como un criterio para ser observado en las reuniones subsiguientes. Por tanto, la pretensión de Chávez y de Evo Morales, de condenar explícitamente a Colombia, no fue aprobada.
Pero, por otra parte, se le pidió a Colombia garantías estrictas de que el personal norteamericano en las bases no va a participar en ningún tipo de actividad contra terceros.

-¿Aun cuando ninguno de los presidentes, salvo Uribe, se refirió al intervencionismo chavista en otros países, no crees que el cuerpo de resoluciones tuvo que ver con ese tema? -

Cuando se aprueba, a partir del principio de no injerencia, una postura que no condena ni rechaza el acto soberano de Colombia, implícitamente se está rechazando la injerencia de otros países en los asuntos internos de Colombia.

-Incluso Uribe quiso que se introdujera el término "intrarregional", para que el asunto quedara claro. -
Interregional, pero eso fue al final, y aun cuando quedó constancia de su posición el texto no fue modificado.
Por cierto, Correa, quien tuvo un desempeño muy bueno en la conducción del debate, dijo que por él no había problema en aceptar la propuesta de Uribe. Debe reconocerse también el rol desempeñado por Cristina Kirchner. Yo no soy fan de la señora, pero ella se manejó, quizás por ser anfitriona, con mucho tino, limando aristas.
Así, cuando Chávez se aprestaba para su segunda intervención, dispuesto a responderle a Uribe, ella intervino y la demoró un poco para que Chávez cogiera mínimo y quizás por eso no fue particularmente agresivo ni belicoso.

-En todo caso, en cuanto a las relaciones bilaterales quedó en evidencia que el impa-sse entre Uribe y Chávez no sólo permanece, sino que se profundizó, sobre todo por las intervenciones del colombiano. Todo lo contrario ocurrió con Correa, hacia quien Uribe tendió puentes.

-Eso es evidente. Ya entre Colombia y Ecuador había andando un proceso de reanudación de relaciones. Correa expuso un memorial de agravios y su visión del modo como Colombia se comportó frente a Ecuador a partir del bombardeo del campamento donde murió Reyes. Pero observé una clara distensión entre Uribe y Correa, y eso me hace pensar que no van a pasar quince días sin que reanuden las relaciones.
Hubo, además, una solicitud, no consignada en la resolución, de que los países cuyas relaciones estuvieran rotas las restablecieran.

-No ocurrió lo mismo con Chávez.

-Así es. Luego de la reunión Chávez insistió en su temática agresiva, pero parecía, más bien, que estaba resollando por la herida.
No obstante la diplomacia suramericana se va a seguir moviendo. Ahora vienen reuniones del Consejo de Defensa, probablemente se instalará el Consejo de Lucha contra el Narcotráfico y Brasil, así como Argentina, continuarán abogando por la superación del contencioso colombo-venezolano.

-¿No crees que lo que sí quedó conjurado es la posibilidad de la guerra?

-Yo nunca pensé que pudiera haber un conflicto armado porque no existen condiciones objetivas para que se produzca una confrontación de ese tipo.

-Las relaciones comerciales se dicen congeladas, pero el comercio sigue fluyendo.

-Con algunas dificultades, pero sigue fluyendo.

Ahora, mientras Hugo Chávez y Álvaro Uribe sean presidentes las relaciones seguirán pasando por estos episodios de agua fría y agua caliente. Por eso no veo cercano un encuentro.

-No tienen que ver las conclusiones a las que llegó la cumbre con un cambio de percepción sobre el papel que juega EEUU desde que Obama es presidente? ¿No resulta evidente que hay una nueva manera de concebir las relaciones con América Latina, a contravía del viejo intervencionismo norteamericano en la región?

-Sin duda. Eso explica por qué los discursos de Chávez y de Evo Morales cayeron en el vacío.
De hecho Chávez, quien se tomó la molestia de leer un larguísimo informe, recibió como respuesta que se trataba de un documento público, de carácter académico, disponible en Internet y que no reflejaba una postura oficial de EEUU.
Eso también refleja que ahora el imperio tiene un emperador mucho más inteligente, pensante y flexible que el anterior. De manera que se ha producido una reorientación de las relaciones con el continente y eso hace muy difícil mantener los viejos discursos.
En el caso del golpe en Honduras la actitud de EEUU es más dura que la de los países latinoamericanos. Suspenden visas, declaran que se debe restablecer a Zelaya y éste se mueve más en Washington que en capitales de América Latina.
Todo eso deja sonando a hueco las constantes recriminaciones de Chávez o de Morales de culpar a EEUU del golpe o de señalar que el "establecimiento" participó en la conspiración sin que Obama lo supiera.

-Lula insiste en una reunión con Obama.

-Porque hay la percepción de que se trata de un interlocutor con quien se puede hablar y del cual se espera oídos atentos a lo que se diga al sur del río Bravo.

-¿No quiere decir eso que el acuerdo con Colombia se basa única y exclusivamente en lo establecido en el mismo tratado y no va más allá en las intenciones de dominación que se concretaban en otros tiempos?

-Por ahora se puede pensar que el acuerdo se limita a lo que dice su letra: la instalación de personal militar y de algún tipo de material (cuya naturaleza no se conoce exactamente) en bases colombianas controladas por colombianos y sin aceptar inmunidad para el personal norteamericano. Pero ya sabemos cómo se suele manejar EEUU en muchas ocasiones, despreciando la opinión mundial.
De forma que son comprensibles las aprensiones y la exigencia de garantías sobre los alcances y límites de esa presencia, y por eso Colombia y EEUU deben disipar todos los temores. Pero, en todo caso, la instalación de bases norteamericanas en cualquier lugar del planeta debería ser cancelada.
Se trata de la única potencia, con algunas excepciones, que tiene bases regadas por todo el mundo que, además, carecen de justificación militar en una época de guerra de las galaxias, cohetes intercontinentales y desplazamiento rápido de tropas.
Además, resultan irritantes para la sensibilidad de países con una larga historia de desencuentros con los gringos.
Roberto Giusti
EL UNIVERSAL

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