jueves, 6 de agosto de 2009

EL PROFETA DE LAS TINIEBLAS



CARLOS RAUL HERNANDEZ



El 4 de noviembre de 1979 grupos de comando asaltaron y tomaron la Embajada de los Estados Unidos en Irán, en una acción que duró hasta el 20 de enero de 1981.

La operación la realizaron centenares de miembros de la Asociación de Estudiantes Islámicos (Elm-o Sanath) que se hacían llamar “discípulos del Imán” (Imán es un profeta –en este caso el Ayatolla Ruholla Jomeini- supuesto descendiente de Mahoma).

Quedaba claro el camino de la reciente revolución shiíta que había derrocado al Sha Reza Pahlevi y que el terrorismo internacional no tomaba en serio a los EEUU presididos por Jimmy Carter.

Y se evidenciaba una confrontación de poderes entre moderados y fundamentalistas en el seno del proceso, que en 2005 con la elección de Mahmud Ahmadinejad, parece haberse resuelto a favor de los segundos, que construyen un terrorismo teocrático de Estado,.

Ahmadinejad se jacta de haber sido fundador de tal Asociación de Estudiantes Islámicos, pero es muy ambiguo en lo que atañe a su participación en el asalto, aunque circulan fotografías que lo comprometen y varios de los secuestrados afirman reconocerlo (“duro” y “extremadamente cruel”) como uno de los jefes de sus captores.

Dicen identificarlo, entre otros, el coronel del Ejército Charles Scott, el capitán de la Armada Donald Sharer y el teniente coronel del Aire David Roeder. También un jefe de redacción de la BBC que cubrió en su día la crisis. “Son rumores” es todo lo que ha dicho el denunciado, a quien no le conviene confirmarlo por las posibles consecuencias internacionales, ni negarlo para no exorcizar el mito.

El gobierno austríaco hizo saber que estaba en sus manos un expediente facilitado por el dirigente verde Peter Pilz que comprometía al personaje con los asesinatos en Viena en julio de 1989 del líder kurdo Abdul Rahman Ghassemlou, secretario general del perseguido Partido Democrático del Kurdistán Iraní y dos de sus dirigentes.

El exiliado iraní Alireza Jafarzadeh, quien trabaja como asesor para el gobierno norteamericano y es miembro del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), confirma que Ahmadinejad era entonces un comandante de la Brigada Especial de los Guardianes de la Revolución, encargado de operaciones terroristas en el exterior, pero otros opositores han negado estos señalamientos.

Lo que si está claro es que en 1979 Ahmadinejad trabajaba en la Oficina para el Reforzamiento de la Unidad (Daftar-e Tahkim-e Vahdat, DTV) entre los estudiantes y los mullah a través de cursos de teología. La DTV era una tendencia ultra conservadora al servicio del clero shií fundamentalista.

También se desempeñó en las purgas de estudiantes y profesores disidentes en las universidades durante los ochenta, pero ante las acusaciones de que fue delator, interrogador e incluso torturador, sólo hay conjeturas. En 1980 se hizo miembro del grupo paramilitar Pasdarán (Guardianes de la Revolución Islámica) la brigada de choque de extrema confianza de Jomeini y un verdadero gran poder en el régimen, incluso por encina de instituciones formales.

El ex presidente Bani-Sadr sostiene que Ahmadinejad, no sólo participó, sino que era quien informaba personalmente a Jomeini de lo que ocurría en la embajada.Dualidad de no poderEn 1980 estalla la guerra con Irak y el hoy presidente afirma haberse alistado. Pero lo que se supone es que en vez de pertenecer a las filas regulares, como dirigente del Pasdarán actuó en operaciones de comando en la retaguardia y en labores de inteligencia militar, así como en la cacería de disidentes.

En 1987 obtiene el título de ingeniero especializado en tráfico urbano.Cuatro años después de fallecer Jomeini, en 1993 no pasaba, de ser un funcionario medio, asesor del Ministerio de Cultura y Orientación Islámica. Luego durante cuatro años, vicegobernador y gobernador de las ciudades de Maku y Joy, en la provincia de Azarbayján-e-Gharbi.

Da un paso de avance en su carrera cuando lo nombran gobernador provincia de Ardabil y lo reconocieron como "gobernador provincial ejemplar". Pero en octubre de 1997 lo destituyó el nuevo gobierno del hodjatoleslam (cargo religioso por debajo de ayatollá) Jatami, un clérigo aperturista que ganó las elecciones presidenciales del 23 de mayo de ese año, y arrolló la alianza entre conservadores, Ejército y grandes comerciantes.

Ahmadinejad uso su desempleo para regresar a la Universidad. Se hizo profesor, culminó el doctorado en Ingeniería del Transporte, se enroló como miembro del Consejo Científico del Colegio de Ingeniería Civil y de los Seguidores del Partido de Dios (Ansar-i-Hizbullah).

Este era un grupo paramilitar, milicia de choque contra aquellos que “violaran los preceptos del Islam”, guardianes de las costumbres que golpeaban mujeres vestidas estilo occidental o estudiantes y profesores reformistas. Al igual que las Brigadas Ashura y la Fuerza de Resistencia y Movilización (Niruyeh Moqavemat Basij), los basijis asumieron la actuación a nombre del fundamentalismo.

El triunfo de Jatami significa la cristalización de la dualidad de poder entre los aperturistas y los fundamentalistas. Con los aperturistas de Jatami estaba el gobierno y el Parlamento (Majlis) mientras los conservadores contaban con el poderosísimo Consejo de Guardianes de la Revolución que determina quien puede y quien no puede ser candidato a un cargo y especie de Senado que define que leyes aprobadas son compatibles con el Islam; el Consejo para el Discernimiento de los Intereses del Sistema (Majma-e Tashjis-e Maslahat-e Nezam), que arbitra en conflictos entre el Consejo de Guardianes y el Majlis; la Asamblea de Expertos (en la Ley Islámica) y el Poder Judicial.

Ahmadinejad se convirtió por seis años en un leal servidor anónimo de los conservadores, cosa que le valió mucho en su trayectoria, enfrentado al democratismo y el institucionalismo de Jatami, quien jamás enfrentó esas milicias que contrariaban sus planteamientos liberalizadores. En 1999 se lanza al consejo municipal de Teherán y lo vapulean.

En julio de ese año se produce el levantamiento de los grupos progresistas a favor de las reformas, que condujo a un triunfo masivo de los renovadores en las elecciones parlamentarias de 2000.

En junio de 2001, los electores reeligen abrumadoramente a Jatami, lo que parecía despejar el futuro del país hacia la democracia plena, pero Ahmadinejad no se arredró ni abandonó las filas conservadoras. La buena estrella llega con la constanciaEra un papel mojado, un político menor fracasado con pocas posibilidades de recuperación.

Pero su suerte cambia de un momento a otro. Con la frustración que produjo la segunda presidencia de Jatami, cuya vacilación para impulsar los cambios prometidos decepcionó a sus seguidores, los conservadores ganaron la ciudad y él se lanza con éxito para alcalde de Teherán. En su ejercicio clausuró restaurantes “occidentalizados”, eliminó eventos culturales como obras de teatro y conciertos, transformó las galerías de arte en centros de oración y estableció ascensores diferentes para hombres y mujeres. Pero al lado de esto realizó una honrada y eficiente gestión administrativa.

No se mudó a la residencia oficial del Alcalde sino que continuó en el barrio pobre donde siempre había vivido, no cambio su vehículo, ni siquiera cobraba el sueldo de la alcaldía sino que vivía del de profesor. Repartió comida gratis entre los pobres y concedió créditos baratos para jóvenes parejas, entre muchas otras cosas que le granjearon enorme popularidad.

Su estrella asciende más cuando en las elecciones parlamentarias a diversos cargos de representación en todo el país, el 7 de mayo de 2004, ante la posibilidad de un nuevo triunfo de los aperturistas, el Consejo de Guardianes invalidó las candidaturas de más de cuatro mil de ellos.

La tonta reacción de los seguidores de Jatami consistió en retirarse del proceso e intentar boicotearlo, con lo que sellaron el destino final de la apertura. La alta abstención, en consecuencia, le abrió la puerta a los conservadores que obtuvieron 196 sobre 290 curules. Esa conducta de los jatamistas abonó el terreno muy eficientemente a la reacción. En ese contexto inscribe su candidatura presidencial para las elecciones del 17 de junio de 2005.

El Consejo de Guardianes actuó de nuevo e invalidó mil cuatro (1004) precandidaturas presidenciales y sólo permitió seis (6), aniquilando fríamente a los renovadores. Sólo quedaba con aparente opción el pragmático, hábil y oportunista hodjatoleslam Rafsanjani, uno de los hombres más ricos del país, famoso por su amor a los negocios.La campaña del outsider Ahmedinejad se basó en la promesa de lucha contra la miseria, la corrupción, los privilegios de los nuevo ricos (los llamó “la mafia del petróleo”).

Su imagen irradiaba austeridad, sencillez, cercanía, que por su radicalismo prometía la revancha social de los pobres. Esto hizo que se menospreciaran sus mensajes fundamentalistas, como aquello de “hicimos una revolución para tener un gobierno islámico y no una democracia” o sus anuncios sobre estimular el plan nuclear.

Al tiempo encubría sus propósitos, cuando declaró que no se proponía “instaurar el chador” a las mujeres, ni reglamentar los cortes de pelo de los jóvenes. La segunda vuelta electoral ocurre el 24 de junio de 2005 y Ahmedinejad obtiene 62% de los votos sobre Rafsanjani con una abstención de 40% que afectó principalmente a los aperturistas.


El corazón de la tinieblas


Con frecuencia Ajmadinejad se deja ver con una pañoleta de cuadros negros y blancos al cuello. Es símbolo de los basiji. Matthias Kuntzel en un trabajo ampliamente comentado, Los demonios de Ahmedinajad ofrece valiosísimas pistas para comprender la compleja red significaciones que rodean la naturaleza del presidente de Irán y la revolución que encabeza.

Dice que cuando estalló la guerra con Iraq, el Ayatola Jomeini hizo traer de Taiwán medio millón de llaves de plástico. Pronto se evidenció que Irán no podría derrotar el ejército de Saddam Hussein. Entonces Jomeini decidió enviar los niños iraníes a la guerra para despejar las minas con sus cuerpos y permitir así el paso de la infantería.

Previamente se les convencía de que con las llaves en sus cuellos, podrían abrir las puertas del Paraíso.…Cita Kuntzel…”En el pasado –anotó el diario semioficial iraní Ettelaat, al agravarse la guerra–, tuvimos niños voluntarios de catorce, quince y dieciséis años de edad. Estuvieron en los campos minados. Sus ojos no vieron nada. Sus oídos no escucharon nada. Unos instantes después, alguien vio nubes de polvo…

Por los alrededores, desparramados, se encontraban restos humanos chamuscados. Semejantes escenas se evitarán en lo sucesivo, aseguró el Ettelaat: …”… “Estos niños que rodaron hacia la muerte pertenecían a la Basij, una organización de masas creada por Jomeini en 1979... La Basij Mostazafán –o Movilización de los Oprimidos- fue esencialmente una milicia integrada por voluntarios cuyas edades no alcanzaban los dieciocho años... , recordaba un veterano de la guerra Irán-Iraq en el año 2002 al periódico alemán Frankfurter Allgemeine.

Aun sin las órdenes del comandante, todos querían ser los primeros>...” . Se les reclutaba en las aldeas sin consulta a sus padres ya que la ley así lo autorizaba y se les formaba para amar la muerte. Contentaban a las familias concediéndoles reivindicaciones como créditos sin intereses, viviendas o tierras. Ajmadinejad era un notable instructor y organizador de estos niños suicidas. Con sus dotes gerenciales, contribuyó a darles orden y disciplina y convertir esa imberbes en una máquina de matar y morir. Pudo haber sido él quien los enseñara a envolverse en las mantas para que sus cuerpos no se esparcieran demasiado.

No sería exagerado asociar el régimen revolucionario que desde 2005 conduce Ajmadinejad, con “el corazón de las tinieblas”, aquél reino de horror y del dolor que narra la novela de Joseph Conrad.

El Informe Anual de Amnistía Internacional describe una especie de infierno al margen de la civilización, al estilo de Cuba, Birmania o Corea del Norte, donde priva una legislación salida del fanatismo, la violencia y la indefensión de los seres humanos. Habla de por lo menos –comprobadas- 177 ejecuciones por supuestos “crímenes sexuales” (sodomía, adulterio o prostitución) robos, pertenencia a minorías étnicas y religiosas, disidencia, simples expresiones del pensamiento o cualquier cosa que se le ocurra a algún miembro del régimen, por bajo que sea su nivel jerárquico. ¿Quien arroja la primera piedra?Se mata por lapidación a mujeres “pecaminosas”, a las que se entierra hasta la cintura envueltas en especies de sudarios y una muchedumbre les arroja piedras hasta la muerte, suplicio que dura largas horas.

A los homosexuales (que “no existen en Irán”, como dijo en Nueva York) se les lanza por acantilados. Se cortan con cuchillos afilados, con brutalidad dantesca, las extremidades de ladrones, o se les vacían los ojos en escenas que igualan en horror los peores momentos de la Inquisición.

Hay una persecución desatada contra las minorías étnicas por el hecho de serlo, con saña en juicios absurdos. Ajusticiaron cinco árabes sin delitos, entre ellos Mehdi Nawaseri y Mohammad Ali Sawar, luego obligarlos a una autocrítica por la única televisión, la del gobierno. Arrestaron cinco mujeres, algunas con sus hijos, para obligar a los maridos a entregarse, siete abogados defensores de reos “por atentar contra la seguridad del Estado”, miles de ciudadanos de la minoría aserbayana y al objetor de conciencia de ese grupo, Abbas Lisani, lo detienen de nuevo cada vez que cumple condena, en una secuencia diabólica.

El Ministerio del Interior prohibió el funcionamiento del Centro de Defensa de los Derechos Humanos, dirigido por el Premio Nobel de la Paz Shirin Ebadi, y Abdolfattah Soltani, cofundador del centro, recibió condena de cinco años “por revelar documentos confidenciales” y hacer “propaganda contra el sistema”.

Akbar Ganji, periodista que había demostrado la implicación de policías en la muerte de intelectuales y periodistas durante los noventa, cumplió seis años de cárcel.Nueve personas murieron en cautiverio por torturas, dos de ellas, Akbar Mohammadi y Valiollah Feyz Mahdavi en huelga de hambre. Cerraron once periódicos, se persigue el uso de Internet. Se produjeron cientos de detenciones y nueve asesinatos de kurdos.

Más de mil seguidores de la Orden sufí Nematollahí terminaron en la cárcel por sus creencias y cientos de ellos heridos por la actuación de los cuerpos policiales. Hay persecución sistemática contra los defensores de los Derechos Humanos y contra las ONGs de las que se decía que recibían financiación de “fuentes… internas y externas que pretendían derrocar el sistema”. Arrestaron a más de mil afiliados del sindicato autobusero por protestar el no reconocimiento del sindicato y la detención de su dirigente, Mansour Ossanlu.

Quedaron en libertad pero a muchos no se les permitía regresar a sus trabajos. Ossanlu fue liberado después de siete meses, pero lo detienen de nuevo un mes, luego de que asistiera a reuniones en la Organización Internacional del Trabajo.

Esto apenas comienza.

En Irán también existe la reelección aunque no perpetua. Pero no subestimemos las capacidades de Ahmadinejad para continuar “los cambios”.

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