jueves, 28 de octubre de 2010

Sin miedo al pasado -Fernando Henrique Cardoso



Miércoles, 27 de octubre de 2010


Lula se olvidó de su responsabilidad y la de su partido por el temor que dio cuenta de los mercados en 2002 cuando fuimos obligados a pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional


El presidente Luiz Inácio Lula da Silva pasa por momentos de euforia que le hacen inventar enemigos y enunciar mentiras. Para ganar su guerra imaginaria, distorsiona lo ocurrido en el gobierno de su antecesor, se vanagloria en la comparación y sugiere que si ganara la oposición sería el caos.

Detrás de esas bravatas está el personalismo y el fantasma de la intolerancia: Sólo yo y los míos somos capaces de tanta gloria. Hubo quien dijo: "El estado soy yo". Lula diría: "Brasil soy yo". Ecos de un autoritarismo más apegado a la derecha.

Lamento que Lula se deje contaminar por impulsos tan toscos y peligrosos. El posee méritos de sobra para defender la candidatura que quiera. Dos pasos adelante en lo que fuera plantado por sus antecesores. ¿Para qué, entonces, bajar al nivel de la política del disimulo y la mentira?

La estrategia del petismo lulista es simple: destruir al enemigo principal, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y a Fernando Henrique Cardoso (mucha honra para un pobre marqués).

¿Por qué seríamos el enemigo principal? Porque podemos ganar las elecciones (presidenciales, en octubre).

ESTRATEGIA ANTE EL ENEMIGO

¿Cómo destruir al enemigo? Negando lo que éste haya hecho de bueno y apoderándose de todo lo que se haya heredado de él, como si siempre hubiera sido propio.

¿Dónde está la política más consciente y benéfica para todos? Esta escasea.

En la campaña habrá un lema -el gobierno del Partido de la Social-Democracia Brasileña (PSDB) fue "neoliberal"- y dos objetivos principales: la privatización de las empresas estatales y la supuesta inacción en el área social. Los datos dicen otra cosa.

Pero los datos, ahora bien, los datos... Lo que importa es repetir la versión conveniente. Hace tres semanas, Lula dijo que recibió un país estancado, sin plan de desarrollo.

Se olvidó de la estabilidad de la moneda, de la ley de responsabilidad fiscal, de la recuperación del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, de la modernización de Petrobrás, que triplicó su producción desde el fin del monopolio y, presionada por la competencia y beneficiada por la flexibilidad, llegó al descubrimiento del manto presalino.

Se olvidó del fortalecimiento del Banco de Brasil, capitalizado con más de 6.000 millones de reales y, junto con la Caja Económica, liberado de la politiquería y recuperado para la ejecución de las políticas del Estado.

Se olvidó de las inversiones del programa Brasil Avanza que, con menos alarde y más eficiencia que el Programa de Aceleración del Crecimiento, permitió concluir un número mayor de obras esenciales para el país.

Se olvidó de las ganancias que representó para el pueblo brasileño la privatización del sistema Telebrás, con la democratización del acceso a Internet y a la telefonía celular, del hecho de que Vale privatizada le paga al gobierno más impuestos de lo que éste llegó a recibir en dividendos cuando esa empresa era estatal; de que Embraer, actual orgullo nacional, sólo pudo dar el salto después de ser privatizada, de que esas empresas continúan en manos brasileñas, generando empleos y desarrollo para el país.

Se olvidó de que el país pagó un costo muy alto por los años de "bravatas" del Partido de los Trabajadores y de él mismo.

Se olvidó de su responsabilidad y la de su partido por el temor que dio cuenta de los mercados en 2002 cuando fuimos obligados a pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional -con el aval de Lula, hay que decirlo- para que hubiera un colchón de reserva para el gobierno siguiente.

Se olvidó de que fue ese temor lo que atizó la inflación y obligó a su gobierno a elevar por las nubes el superávit primario y las tasas de interés en 2003, para comprar la confianza de los mercados, incluso en contra de todo lo que habían pregonado él y su partido en años anteriores.

CAE EL ESPANTAPAJAROS

Son innumerables los ejemplos para desmontar el espantapájaros petista sobre el supuesto "neoliberalismo" del PSDB. Algunos ejemplos vienen del mismo campo petista. Vean lo que dice el actual presidente del partido, José Eduardo Dutra, ex presidente de Petrobrás, citado por Adriano Pires en Brasil Económico en su edición del 13 de enero de 2010.

"Si yo regresara al parlamento y hubiera una enmienda que propusiera la situación anterior (el monopolio), votaría en contra. Cuando se rompió el monopolio, Petrobrás producía 600,000 barriles al día y tenía 6 millones de barriles en reservas. Diez años después, produce 1.8 millones de barriles al día y tiene reservas por 13,000 millones. Venció la realidad, que muchas veces es muy diferente de la idealización que se hace de ella".

El otro objeto de la distorsión petista se refiere a la insensibilidad social de quien supuestamente sólo se preocupó de la economía. Los hechos son diferentes: con el real, la población pobre disminuyó en 35 por ciento para ser 28 por ciento del total.

MENOS POBREZA

La pobreza siguió reduciéndose, con algunas oscilaciones, hasta llegar a 18 por ciento en 2007, fruto del efecto acumulado de las políticas sociales y económicas, entre ellas el aumento del salario mínimo. De 1995 a 2002 hubo un aumento real de 47.4 por ciento; de 2003 a 2009, de 49.5 por ciento. El rendimiento medio mensual de los trabajadores, descontada la inflación, no creció espectacularmente en el período, salvo de 1993 a 1997, cuando saltó de 800 reales hasta aproximadamente 1,200 reales. Hoy se encuentra por debajo del nivel alcanzado en los años iniciales del Plan Real.

Por último, los programas de transferencia directa de renta (hoy Bolsa Familiar), que son presentados como una exclusiva de este gobierno. La verdad es que éstos empezaron en un municipio (Campinas) y en el Distrito Federal, se extendieron hacia los estados (Goiás) y lograron alcance nacional durante mi gobierno. La Bolsa Escolar llegó a cerca de 5 millones de familias, a las cuales el gobierno actual agregó otros 6 millones, ya con el nombre de Bolsa Familiar, englobando en uno solo los programas anteriores.

Es mentira, pues, decir que el PSDB "no contempló lo social".

No sólo vio sino que hizo mucho en esa área: El Sistema Unico de Salud saltó del papel a la realidad; el programa del SIDA se convirtió en referencia mundial; viabilizamos los medicamentos genéricos sin temor a las multinacionales; los equipos de Salud de la Familia, poco más de 300 en 1994, se convirtieron en 16,000 en 2002; el programa Todos los Niños a la Escuela llevó la enseñanza fundamental casi al 100 por ciento de los niños de 7 a 14 años de edad. Fue también el gobierno del PSDB el que puso en práctica la política que hoy ayuda a más de 3 millones de ancianos y discapacitados (en 1996 eran apenas 300,000).

Las elecciones no se ganan con retrovisor. El elector vota por quien confía y le abre un horizonte de esperanzas. Pero si el lulismo quisiera comparar sin mentir ni descontextualizar, bienvenida la lucha. No hay nada que temer.

(*) Fernando Henrique Cardoso, sociólogo y escritor, fue presidente de Brasil del 1º de enero de 1995 al 1º de enero de 2003

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