sábado, 29 de noviembre de 2008

Internacional Socialista dice que Venezuela encontró el marco para reconstruir el diálogo

25 de noviembre 2008 02:32 pm - EFE

El secretario general de la Internacional Socialista (IS), el chileno Luis Ayala, celebró el nivel histórico de participación en los comicios municipales y regionales celebrados este domingo en Venezuela y consideró que el país ha encontrado "el marco de la política" para "reconstruir el diálogo".
Se ha visto a raíz de esas elecciones un "retorno de la política de la manera en la que la entendemos los demócratas", señaló Ayala, que siguió las elecciones como observador invitado por la oposición.
Esa forma de entender la política se basa "en el intercambio de ideas y la generación de consenso" entre los distintos partidos, dijo en su encuentro con la prensa en Caracas para comentar el desarrollo de los comicios del pasado domingo.
Venezuela se ha visto "demasiadas veces reflejando una fractura" de su sociedad y ha sido un punto referente de "confrontación" para la "política internacional", añadió en su encuentro con la prensa en Caracas.
En los pasados comicios participó más del 65 por ciento del electorado venezolano, un "nivel histórico", dijo Ayala, quien opinó que el país ha encontrado "el marco de la política" para "reconstruir el diálogo".
El secretario general de la IS, organización que engloba a 170 partidos socialdemócratas de todo el mundo, también felicitó a las formaciones políticas venezolanas por "haber sabido conectar con los ciudadanos".
Asimismo, consideró que, "en el pasado", en Venezuela existía un "gran actor político" y tras los últimos comicios hay "dos actores fundamentales" que "potencian la necesidad de diálogo" en la sociedad.
"Toda democracia requiere de un gobierno y una oposición", apuntó, y celebró la consolidación, a su juicio, de las fuerzas opositoras venezolanas, algo que también consideró una "buena noticia" para el Gobierno presidido por Hugo Chávez.
También hizo referencia al presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, cuyo estilo, a su juicio, representa una forma de hacer política que "ha desplazado la confrontación por el diálogo".
Además de visitar Venezuela en las últimas elecciones regionales y municipales, Ayala ha asistido a otros procesos electorales en el país, el último el pasado diciembre, en el que se sometió a referendo una reforma constitucional impulsada por Chávez, que fue finalmente rechazada en las urnas.
En los últimos comicios regionales y municipales, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) fundado por Chávez logró 17 de las 22 gobernaciones que se elegían, y la oposición cinco, entre las que se encuentran los dos estados más poblados del país.

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Jefe de Internacional Socialista visita Zulia como observador
Manuel Rosales se entrevistó en su despacho con Luis Ayala

El encuentro se realizó la noche del viernes en Maracaibo (Cortesía)
El secretario general de la Internacional Socialista, Luis Ayala, sostuvo la noche del viernes una reunión con el gobernador del Zulia y candidato a la Alcaldía de Maracaibo, Manuel Rosales (UNT), como parte de la actividad que el político chileno desarrolla en su rol de observador electoral. Ayala recibió de Rosales un informe sobre las condiciones de desventaja en las que la oposición ha tenido que desarrollar la campaña electoral. Entretanto, el visitante señaló: "En Venezuela se visualiza y se avizora la democracia como el camino para ir enfrentando el desafío. Ha habido varias pruebas en el pasado y tenemos optimismo de que en Venezuela se pueda cumplir esa expectativa que tenemos todos los visitantes internacionales que hemos asistido al proceso electoral para estar cerca de los distintos actores políticos y sobre todo a estar en contacto con los líderes de las organizaciones políticas cercanas a la Internacional Socialista".
Por su parte, Rosales señaló: "Hemos intercambiado ideas de la situación política de Venezuela. Le he entregado un dossier de todo lo que tiene que ver con las agresiones, amenazas y con todo lo que hemos vivido en el país, no sólo desde la perspectiva de Manuel Rosales, sino de candidatos, líderes importantes de otras organizaciones políticas y del propio Un Nuevo Tiempo". En este contexto, Manuel Rosales rechazó la resolución del CNE que limita la cobertura periodística del acto de votación de dirigentes políticos y personalidades, como ha sido costumbre en Venezuela por décadas. "No le van a permitir a los medios de comunicación, un sistema de microondas donde va a votar Pablo Pérez", dijo.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Antonio Cova Maduro // Y ganó la oposición

La "mala racha", si puede llamarse así, no dejó nunca de acompañar a la administración
Es más: ¡arrasó! Como tenía que ser, como lo merecían estos ocho años de gobierno republicano, que no hizo otra cosa que cometer error tras error. Podría decirse, incluso, que él mismo fue un error desde el principio. Un Gobierno que llegó al poder sin plan alguno, sino más bien con una obsesión: borrar todo lo que habían significado los Clinton. No dejar nada de ellos en pie, comenzando por el superávit que dejaron.
Y hablando de pie, la mala pata de George W. Bush quiso que, en medio de su impreparación, su verdadera inauguración fuera el 11 de septiembre, cuando apenas tenía poco menos de 8 meses en el poder; sin haber iniciado nada digno de llamarse "gestión de gobierno". La obsesión con la indecorosa conducta de Bill Clinton puso sobre el tapete algo que no debió estarlo: los valores morales confinados a la sexualidad. Nada más. Se pusieron en primera línea los tan problemáticos "family values", que rápido fueron pasto de Saturday Night Live y de los "comedians", que abundan en Estados Unidos.
Pero la administración Bush, no sólo careció de propuestas de gobierno propiamente, sino que el casting que produjo fue una colección de incompetentes tan envanecidos cuanto de un gris subido. Mientras la prensa calló, obsecuente, pasaron desapercibidos; pero eso no podía durar& Todo lo agravaría el timing. El elenco de Bush logró escudar su ineptitud tras un lenguaje belicoso, que el 9/11 les puso en bandeja de plata.
El mejor ejemplo: Donald Rumsfeld, jefe del Pentágono, y el grupito de neo conservatives que le acompañaban. El más famoso, el señor Wolfowitz, sería premiado por Bush con la presidencia del Banco Mundial, hasta que un escándalo de "favoritismo erótico" le sacó del juego. Enredado en la ola antiislámica que se desató en Estados Unidos luego del 9/11, el Gobierno perdió todo norte y toda iniciativa y, lo peor, sus propios valores y la base social e ideológica a la que respondía le encajonaron en un callejón represivo que rápidamente les haría perder cualquier simpatía en el mundo, y en áreas claves del propio Estados Unidos. Mientras, lo mejor del mundo político se les escurría. El caso más emblemático fue la salida de Colin Powell.
El Gobierno se quedó solo con Karl Rove, a cuyas hábiles maniobras y a un sentimiento de paranoia extendida -que se negaba a ver el empeoramiento de la situación militar y política en Irak- debió su sólido triunfo en las elecciones nacionales del 2004. Con un triunfo así, ¿qué gobierno capta la avalancha que, seguro, le va a sepultar? El Bush de septiembre del 2001, reforzado por el alud de votos del 2004, no pudo ver las serias amenazas que le esperaban al voltear la esquina. Y rápido se le vinieron encima todas juntas. Sus últimos meses han sido un largo via crucis, que desembocó en su brutal crucifixión un martes 4.
Hoy todos entienden que nada podía hacer el único republicano capaz de sacudirse de los pecados de Bush. Pero era un bacalao gigante el que llevaba a sus espaldas. Incluso podríamos decir que, hasta la misma Convención que lo eligió estuvo repleta de malas señales: desde la suspensión inicial por la amenaza de un pariente del huracán Katrina, hasta el error que fue la sorpresa de Alaska. La mala racha, si puede llamarse así, no dejó nunca de ser compañera habitual de la administración Bush: una guerra, buscada con pasión en medio del triunfalismo inicial, que se fue pudriendo y que produjo dos escándalos intragables: las torturas de Abu Graib y la existencia y mantenimiento del campo de prisioneros en que convirtió la base de Guantánamo, sostenida por años a espaldas del sistema judicial norteamericano.
Y la fatal incompetencia en las secuelas del huracán Katrina. Todo ello fue conformando una tormenta que el gobierno de Bush no supo ver y que estallaría con furor al derrumbarse el sistema hipotecario. Al igual que el Partido Popular español -a quien echó del poder el atentado terrorista del 11 de marzo, dos días antes de las elecciones- el Partido Republicano no podía resistir la debacle financiera de octubre. La población tenía que cobrar, ¡y cobró! Más allá de la derrota republicana, el pasado 4 el pueblo norteamericano asestó la puntilla final a la ideología que siempre les orientó: el modo Reagan de entender al país. Las rápidas y contundentes decisiones que la misma administración Bush hubo de tomar justo antes de las elecciones ya liquidaron ese modelo. Obama simplemente le extendió el certificado de defunción. Ya era hora, ¿no creen?
antave38@yahoo.com

lunes, 10 de noviembre de 2008

Las falsas expectativas de Chávez con Obama

Manuel MalaverDomingo,
Considero no solo ingenuas, sino falsas, las expectativas de una relativamente fácil normalización de relaciones entre Estados Unidos y Venezuela según corrieron a proclamar, Chávez, sus ministros y los diputados de la Asamblea Nacional, tan pronto se oficializó que Barack Obama era el presidente electo por una mayoría de estadounidenses en las elecciones de hace una semana.
Sentimiento en el cual, para mi sorpresa, también se apresuraron a militar analistas políticos y periodistas de oposición especializados en el tema, como si fuera posible que los simples deseos de Chávez, y de algunos de sus seguidores, bastaran para que el nuevo inquilino de la Casa Blanca olvide los 10 años de agravios que de manera injustificada, gratuita, irracional e irresponsable lleva el teniente coronel disparándole a un país que nunca fue enemigo de Venezuela y desde los inicios del experimento chavista demostró inclinaciones a comprenderlo y aun a respaldarlo.
Incluyendo al propio Obama, que aun antes de que fuera designado candidato del partido Demócrata a la presidencia, fue objeto de una de las típicas andanadas de Chávez por el pecado de atreverse a expresar dudas sobre la salud de la democracia, la libertad y los derechos humanos en Venezuela.
De modo que, pensar que sin que haya un atisbo de cambio, un amago de promesa de parte del militar retirado de que su política se enfila a rectificar y retoma la vía del respeto a sus vecinos y de la no injerencia en sus asuntos internos, el presidente electo de la nación más poderosa de la tierra saldrá de puro cálculo a enterrar los señalamientos que hizo no una, sino varias veces contra Chávez durante la campaña, es una improbabilidad que por momentos me siento tentado a complementar con la dura calificación de “imposible”.
Aclaro que con esto no estoy asegurando que Obama y Chávez no tengan que reunirse en algún momento del próximo año para intentar coincidir en una agenda que normalice las relaciones entre los dos gobiernos, sino, que tan necesario como tan prudente objetivo, es que Chávez demuestre entender que cualquiera sea el presidente que hayan elegido los norteamericanos, es imposible haya una reconciliación sin una rectificación en la forma y contenido de su estrategia política nacional, continental y mundial.
Veamos a este respecto solo 4 de los items que ahondaron en los últimos años la brecha entre las administraciones de Washington y Caracas y tratemos de dilucidar si son de posible solución en el corto plazo, y por tanto, garantizadores del deseo de que las relaciones se rectifiquen, mejoren, tomen un nivel óptimo y vuelvan al punto en que fueron abandonadas por allá en febrero de 1999. Las reseño en forma de preguntas:
1) ¿Está Chávez dispuesto a renunciar a sus “amistades peligrosas”, a alianzas secretas, y no del todo confesas ni precisas con gobiernos como el del presidente de Irán, Madmoud Ahmadinejad, quien ha revelado en más de una oportunidad su deseo de desaparecer del mapa al Estado de Israel y al efecto trabaja para dotarse de un arsenal de armas nucleares con las cuales, adicionalmente, amenazaría a los países aliados de USA en la UE, Asia y África?
2) Igualmente ¿cejará en su afán de ser el primer aliado y socio continental en el proyecto de resucitar al vetusto Imperio Ruso que auspician los petrodictadores Putin y Medvedev, clones del zar Nicolás II y de Stalin, empeñados en una reconquista de las recién liberadas repúblicas de Europa del Este y del Asia Central y que trabajan para el regreso de una Guerra Fría en el cual el objetivo no sea imponerle a la humanidad el sistema socialista y totalitario, sino una autocracia oscurantista como la de una Rusia sustentada en la renta petrolera que obligue al mundo capitalista y democrático a postrársele, porque si no, no hay energía?
3) Pero redundando ¿se disociará de los llamados petrodictadores, de halcones del alza de los precios del crudo como son sus aliados de Rusia e Irán, con los cuales comparte el delirio de que el petróleo es básicamente una herramienta política subversiva y que, a través de precios incosteables, puede propiciarse una toma del poder que antes solo garantizaban la guerra civil revolucionaria, los golpes de estado y las insurrecciones populares?
4) Y, last, but not least ¿Está Chávez decidido a renunciar a convertirse en el primer presidente vitalicio de Venezuela, a regresar a la alternabilidad democrática por la que cualquier ciudadano puede estar en la línea de sucesión, a respetar la independencia de los poderes, los derechos individuales, a salvaguardar los derechos humanos y construir un estado derecho democrático y constitucional en el que convivan todos los ciudadanos sin discriminación y de todos los credos, razas, sexos, edades, partidos e ideologías?
Pues, sin adelantar opinión, pienso que solo en la medida que Chávez pase este examen que atañe, tanto a la seguridad nacional de Venezuela, como a la Estados Unidos y de todo el continente, podrá aspirar a normalizar las relaciones con el nuevo gobierno estadounidense, pero seguramente que en un marco global, y en el sentido que no podrán servir de vía de escape para despotizar a los venezolanos, mientras juega a ser el demócrata de ocasión, de cartel y fama en el exterior.
Pero eso, en cuanto a las razones estratégicas, que también podríamos llamar ideológicas o de política internacional y que ahora, como siempre, son tan esenciales para normar las relaciones interpaíses… porque en lo se refiere a la búsqueda de indicios reales, fácticos y del día a día que puedan insinuar que la regularización de las relaciones USA-Chávez está a la vuelta de la esquina, pues tengo que recordarles a los partidarios del “borrón y cuenta nueva”, y del “aquí no ha pasado nada”, que nunca oí al caballero, Barack Obama, decir antes, en o en el post de la campaña, que estaba “loco” por reunirse con Chávez, que se comunicaría con el embajador de Venezuela en Washington que no existe después que Chávez expulsó el de Estados Unidos en Caracas, y mucho menos con su archienemigo de la víspera, el canciller Maduro, y proceder a redactar una declaración de amor eterno y de contribución a la paz y seguridad del continente.
O sea, que fue todo lo contrario, ya que las pocas veces que Obama habló del teniente coronel fue para amenazarlo con la independencia energética de Estados Unidos de Venezuela y de otros países del Medio Oriente, y que, de cumplirse, dejaría al actual y futuros gobiernos venezolanos sin su principal socio comercial, al par que criticaba la situación de los derechos humanos en el país, la inhabilitación política de un grupo de opositores y de la influencia negativa del heredero de Fidel Castro en el subcontinente.
Como también fueron muy aisladas y parciales sus referencias a América latina, que solo por la vía de una futura ley de inmigración y de la oposición de Obama a los tratados de libre comercio fue referenciada, en tanto que en la primera parte de la campaña, su agenda internacional se centró en la retirada de las tropas estadounidenses de Irak y Afganistán, y al final, en la crisis de Georgia por la invasión rusa, aunque fueron las políticas para atacar la crisis financiera y la recesión, las que en el último mes coparon el discurso del futuro presidente, al tratar de tenderle la mano a los contribuyentes norteamericanos, y a sus aliados comerciales de la UE y Asia, y en particular a China e India, que como se reveló en su primera rueda de prensa, constituirán por ahora su prioridad.
De modo que, no solo Chávez, sino América latina tendrán que esperar por Barack Obama y ello no ocurrirá sino después que el subcontinente mejore en su desempeño económico y revalide sus títulos a favor de la democracia, la libertad y el estado de derecho.
manumalm912@hotmail.com
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viernes, 7 de noviembre de 2008

¿Cuánto poder tiene el más poderoso?


Dalia Ventura

BBC Mundo

La responsabilidad es enorme.
Llegó la hora. O por lo menos, ya se sabe a quién le llegará el 20 de enero de 2009, cuando el elegido se convierta en el flamante presidente de Estados Unidos.
Pero, ¿cuánto realmente puede hacer quien ya es el hombre más poderoso del mundo?
¿Cuánto poder tiene el presidente de EE.UU.?
Para pocos es secreto cuán influyentes son los intereses particulares de innumerables grupos de presión, ya sea económicos o filosóficos, a los que no sólo tiene que prestarles atención porque lidera una democracia sino porque para llegar a donde llegó tuvo que prometer que no traicionaría sus principios. Los de ellos.
Y quizás sobra decir que cualquier decisión cobra sus víctimas: cerrar una empresa para proteger el medio ambiente deja desprotegidos a los empleados y en ocasiones supone el fin de formas de vida tradicionales y la desaparición de comunidades enteras.
En términos de política económica, al menos hasta la reciente crisis, los mercados parecían tener mucho más poder y la Reserva Federal mucha más autoridad.
Pero además de esos obstáculos, hay otros que a primera vista parecen hacer imposible que un presidente de Estados Unidos cambie radicalmente una situación, no importa qué tan cercana a su corazón esté.
¿Qué se puede esperar de Obama como presidente de EE.UU.?
Maniobras

¿Qué tanto se puede hacer desde el Despacho Oval de la Casa Blanca?El presidente George W. Bush, por ejemplo, se decantaba muy claramente a favor de los opositores al aborto, un tema obligado para los políticos estadounidenses.
Sin embargo, desde que la Corte Suprema sentenció que la privacidad es un derecho para todos los ciudadanos en el mentado caso de Roe contra Wade en 1973, es ilegal prohibir la terminación de embarazos en el país.
¿Quiere decir entonces que no hay nada que quien detenta tanto poder puede hacer?
No precisamente... "Lo que hizo fue emitir una orden ejecutiva que prohibía darle fondos a cualquier grupo que predicara, practicara o promoviera el aborto", le explicó el especialista en la presidencia estadounidense y profesor de la universidad de Georgetown Stephen Wayne a BBC Mundo.
"El presidente controla la manera en la que las leyes se ejecutan, lo que le da cierto poder en el sentido de que puede tomar una ley, como la ley de asistencia internacional, y decir 'no le daremos dinero a nada que tenga que ver con aborto'".
Habilidades políticas
De la misma manera, un presidente que estuviera en contra de la condena a muerte, no podría prohibirla, porque la Constitución la permite, "pero podría proponer una ley que dijera que no hay pena capital para ningún crimen bajo la ley federal. Podría hacer eso, pero el Congreso tendría que aprobarlo, y eso es muy improbable", señala Wayne.

Quienes crearon la Constitución no querían que nadie tuviera poder absoluto.Y es ahí que viene otro salvaguarda, que a veces se convierte en un obstáculo.
"La efectividad de los presidentes es una función de dos factores generales: el contexto político y sus propias cualidades de liderazgo", le dijo a BBC Mundo el profesor emérito de Política de la Universidad de Princeton, Fred I. Greenstein.
Respecto al contexto político, juega un papel importante tanto el apoyo del público como el del Congreso.
"Cuando Franklin Roosevelt llegó a la Casa Blanca en medio de la Gran Depresión, el Congreso estaba dispuesto a concederle virtualmente todo lo que pedía. Pero cuando George W. Bush ganó con un reducido margen las elecciones de 2004 y su popularidad empezó a bajar bruscamente, el Congreso le otorgaba poco de lo que solicitaba".
Para que nadie sea rey
"Estos son ejemplos de las complejidades cuando se trata de marcar una diferencia. En EE.UU. éstas son particularmente grandes debido al sistema de separación de poderes, que virtualmente garantiza que el presidente no pueda hacer todo lo que quiere", indica el profesor Greenstein, autor de, entre otros libros, "Presidential Difference" .
La separación de poderes virtualmente garantiza que el presidente no pueda hacer todo lo que quiere
Profesor Fred I. Greenstein"Cuando la Constitución de EE.UU. fue creada, uno de los grandes temores de los 'padres fundadores' era que un grupo dominara el país, así que lo que hicieron fue dividir los poderes entre las tres instituciones del gobierno nacional -el Congreso, el Presidente y el poder judicial- y también entre el gobierno nacional y los estados", explica el experto en política estadounidense, Stephen Wayne.
Sin embargo, añade, "con el correr de los años, el gobierno se ha vuelto más poderoso pero un presidente no tiene la autoridad de especificar algo en términos de una ley nacional. El Congreso tiene que aprobarlo".
Así que es casi como una constante negociación con los legisladores.
"Los presidentes tienen más poder para decir 'no' que para decirle a alguien que haga algo. El único aspecto en el que tienen mucha autoridad es en la política exterior y en la militar", puntualiza Wayne.
"Y tienen muchísima más autoridad en momentos de crisis que en los normales".
La peor crisis

Quien llega aquí es el único que puede autorizar el uso de armas nucleares.Pero, incluso cuando se percibe una amenaza que podría justificar una guerra ¿no tiene el presidente que ir al Congreso para poder declararla?
La respuesta ya no es tan sencilla, y la razón es casi semántica. El presidente puede "hacer" guerra sin declararla.
"Con la producción de armas que pueden ser usadas en cuestión de minutos, en vez de meses, como era cuando la constitución fue ratificada, el Congreso virtualmente le ha cedido la autoridad sobre la guerra al presidente. Los presidente pueden ir a la guerra pero ésta no es declarada oficialmente hasta que el Congreso lo hace".
"La última declaración de guerra fue durante el período de Franklin Roosevelt, y eso fue la Segunda Guerra Mundial, tras el ataque japonés", señala Wayne.
Y eso es poder. Bajo su responsabilidad.
Inteligencia emocional
Y es por ello que cuando BBC Mundo le preguntó al profesor Greenstein cuál de las cualidades de las que usó en su investigación para determinar el desempeño presidencial considera más importante, contesta que si tiene que poner una de primera en la lista es la inteligencia emocional, la habilidad de controlar los sentimientos y tornarlos en productivos.
Si a Estados Unidos lo atacan, no queremos atarle las manos al presidente. Él puede disparar misiles
Stephen Wayne, especialista en política de EE.UU."Al fin y al cabo, -dice- el presidente de EE.UU. tiene la última palabra respecto al uso del arsenal militar más potencialmente destructivo de la historia de la humanidad".
Y es el presidente el único con derecho a autorizar el uso de armas nucleares y siempre tiene a la mano los códigos de lanzamiento. "Si a Estados Unidos lo atacan, no queremos atarle las manos al presidente. Él puede disparar misiles", dice Wayne.
No obstante, ese poder, que es quizás el más conocido, es uno que no ha sido usado desde Harry S.Truman, en 1945.
En resumen, le dice a BBC Mundo el especialista en política estadounidense de la Universidad de Georgetown, "un presidente es más poderoso en momentos de crisis que en los normales, es más poderoso en asuntos militares y diplomáticos que en política interna, es más poderoso en la discreción que puede utilizar para ejecutar leyes que en la influencia que pueda tener para cambiar las leyes o proveer nuevas".
Pero, ¿tiene un presidente de EE.UU. cambiar el mundo? ¿será el mundo un lugar diferente porque ganó éste candidato y no su rival? le preguntamos a Wayne.
"Definitivamente".